Hoy me encuentro un poco... Tocapelotas. No es por nada en particular, es sólo que la maldad me sienta mal. Como a todos, supongo. Menos a los promotores de las supuestas propiedades anticatarrales de la equinácea, una conocida planta medicinal a la que la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) acaba de poner en su sitio. Su estudio, realizado sobre más de 700 personas, concluye que no tiene mayores efectos sobre el catarro que un placebo. ¿Pero entonces de dónde proviene su fama como anticatarral? Al parecer no faltan los estudios que demuestran sus propiedades frente a los catarros y la gripe, sin embargo ninguno de ellos es independiente. Todos financiados por las mismas empresas que fabrican estos medicamentos. Esto es algo que realmente me pone enfermo.
Ya sé que no son los únicos que lo hacen pero me voy a cebar con esos impresentables porque me de un gusto tremendo que les hayan desenmascarado. Sólo se me ocurre compararlos con aquellos embaucadores que antaño visitaban los pueblos subidos a sus carretas dispuestos a vender potingues con propiedades milagrosos, sólo que estos tienen tanto dinero que se pueden permitir sobornar a quien les interesa para respaldar sus chorradas. Y para colmo los hay también que acompañan sus falsos estudios con leyendas como que los indígenas americanos usaban estos medicamentos para el catarro. No me atrevo a discutirlo, pero estamos en el siglo XXI ¿De verdad es esto motivo suficiente para usarlo de ese modo? Supongo que por eso necesitaban de sus sobornos.
La planta desde luego es bonita, pero no hace milagros. Con este artículo no pretendo arremeter contra los herbolarios, que las plantas tienen propiedades beneficiosas es un hecho como también lo es que pueden ser muy perjudiciales. Tan perjudicial como la avaricia y maldad de algunos desalmados.
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Nos leemos!
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